José Luis Borgues

Un intento por seguir la vida y obra de mi padre, no el biológico, sino quien me dio vida, el Presidente de México, Vicente Fox Quesada; ese ilustre gobernante, que con poco esfuerzo (y poco cerebro) ha metido en un sinfín de líos a toda una nación.

martes, septiembre 05, 2006

Habemus Presidentis (Philipus I)


Finalmente acabó este arremedo de culebrón que nos mantuvo inútilmente en vilo durante dos meses y nos dejó muy mal parados ante el mundo. Felipillo será presidente de México y quien ocupará los Pinos, cuando nos vayamos de allí Vicente, Martita, Cris, mis demás carnales y yo. Calderón, ese michoacano que ni mi padre quería como sucesor; el que sorteó un primer corte de alas, cuando Fox lo echó del gabinetito, luego de que el gobernador de Jalisco lo lanzó al ruedo sin capote ni muleta. El hombre gris que en la interna y los albores de la campaña, no era capaz ni de llenar con reporteros y familiares el salón de un pequeño restaurante. El candidato apasionado que no transmitía un solo gramo de pasión; el panista que pulió su campaña limpiando sus manos y embarrando a sus rivales. Felipe Calderón, el candidato más desdeñado por López Obrador, el hombre que lo derrotó.

Pero esto no es tan sólo una historia de superación y respuesta a las adversidades. Felipillo encabezó la campaña más sucia y negra de la historia electoral mexicana, jamás aclaró que onda con el famoso Hildebrando (escándalo que incluso, habría ya cobrado su primera víctima mortal). Pero sobre todo, Calderón vendió todavía más promesas que el Peje, como aquella de convertirse en presidente del empleo, de los jóvenes, de las celebridades y de los atletas.

Pero este no debería ser el momento para celebrar, porque de hecho, vergüenza nos debería haber dado a todas todos las y los mexicanos por haqber permitido que nuestro clima político se haya viciado como no ocurría desde tiempos de la post-revolución. Partidos, gobierno, autoridades electorales, el tribunal, TODAS las instancias involucradas fallaron rotundamente, unas como contendientes, otras como árbitros, y los Pinos como observadora: Pero sobre todo, fallamos los electores por volver a ser seducidos por la palabra fácil, por las campañas estilo América-Chivas, por el miedo de unos a la remota posibilidad de violencia y por la necedad de otros por reducir a la sociedad mexicana a un simple asunto de ricos y pobres, o de nacos y gente bien (dependiendo del punto de vista).


De toda la jornada que vivimos ayer, podríamos rescatar sólo unos cuantos extractos del fallo del tribunal. En primer lugar, reconocer que un dictamen jurídico o que una eleccion, por el simple hecho de ser obras humanas realizadas por personas, son siempre falibles y por consiguiente, susceptibles a mejorar. En segundo lugar, que como árbitro, sólo puedes modificar un veredicto ya marcado en el campo si encuentras evidencia suficiente para echarlo atrás, porque de lo contrario, el cambio de decisión podría acarrear más perjuicios de los que busca solucionar (si no entienden este punto, chequen lo que sucede en el fútbol americano de la NFL cuando hay revisión de jugadas controvertidas. Y lo más importante: reconocer que mi apá Vicente Fox y los empresarios afiliados al CCE, actuaron indebidamente al hablar siempre en contra de López Obrador y el PRD y los supuestos peligros de que la izquierda gobierne. Sólo espero que las autoridades electorales apliquen la ley contra estos transgresores, aunque no vaya a ser más que un leve paliativo para el sufrimiento de los decepcionados partidarios del Peje.

1 Comments:

Blogger José Luis Borgues said...

Pues como apareció en la siempre elocuente columna "la esquina", que aparece en esa maravilla informativa llamada "la Crónica de Hoy". Steve Irwin, el cazador de cocodrilos, murió víctima de una mantarraya, uno de los peces más inofensivos del mundo que quién sabe por qué ese día, decidió levantar el aguijón. AMLO también fue derrotado por el enemigo del que menos esperaba, o sea él mismo

viernes, septiembre 08, 2006 8:58:00 p.m.  

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